miércoles, 8 de septiembre de 2010

LOS PEQUEÑOS DICTADORES

      Está claro que el mundo en que vivimos es absurdo e injusto en muchos sentidos. Los seres humanizados desde el estado de primates, no hemos alcanzado todavía el estado de racionalidad necesario y además conservamos muchos de los impulsos o instintos animales que, al menos en parte, nos dominan.

      Por mencionar sólo uno, si presumimos de ser racionales cómo podemos permitir que existan pequeños dictadores en varios países, que se salgan con la suya una y otra vez esclavizando a miles de personas con la única disculpa de que se consideran a si mismos en posesión de la verdad absoluta , o si queremos ser mas francos y menos políticamente correctos, porque les sales de los mismísimos.

      A veces agotamos todos nuestros recursos intelectuales y de comprensión para intentar justificar lo que es simple y llanamente mala leche. Las personas bienpensantes de los países desarrollados económicamente, pero en vías de desarrollo a la racionalidad, consideran que un ser humano no puede tener esas malas intenciones, ¡somos así de ingenuos!.

      Pues no señor, yo creo que algunas personas tienen muy mala leche y no es necesario darle muchas vueltas al motivo; son simplemente así, nacieron así. ¿ Que parece demasiado simple?, es posible, pero ¿quién dice que la respuesta tiene que ser compleja?.

      Sí, es verdad que el ser humano es complejo, y se manifiesta de formas muy diversas, tantas como combinaciones genéticas se puedan dar. Por lo tanto en todas las posibles combinaciones, siempre puede haber algunas muy buenas, muchas normales, y algunas muy malas. No deja de ser pura estadística.

      Ahora bien, estas malas combinaciones pueden ser dañinas en círculos mas limitados, valga la expresión:

- es decir en un hogar, llámese maltratador.

- en un barrio, llámese, por ejemplo, violador del barrio.

- en una ciudad – puede ser un delincuente que se apodera de una ciudad; ¿Al Capone?, algún alcalde que es un “chorizo”.

O ya, a nivel de un país. Es en este caso cuando comenzamos a sufrirlo todos, y es en este caso, cuando deberíamos defendernos todos, porque ahora todos padecemos y nos enteramos del hecho. No se produce entre cuatro paredes, de forma que nos permite disculparnos en la ignorancia. Si somos borregos para que nos lleven y nos traigan, nos induzcan a comprar todos lo mismo, a veranear en el mismo lugar, etc, ¿no podríamos ser borregos para defendernos?. Pues parece que no, parece que en este caso nuestro espíritu de ovejas dependientes y obedientes puede mas, y seguimos soportando al pequeño dictador de turno, sobre todo si tiene bien organizado el entramado de poder y control del estado.

      ¿Cuál es el misterio que se esconde detrás de esta actitud?. Ojalá lo supiera, pero por algún motivo hacemos como las ranas en la olla de agua hirviendo, no nos damos cuenta de que el agua cada vez está mas caliente, hasta que estamos cocidos y ya es tarde.

      Pero no pensemos sólo en dictadores mas o menos grandes, estilo Hitler, Franco o Fidel, no. En nuestra vida diaria estamos rodeados, aunque no sitiados, ya que no son mayoría afortunadamente, de estos pequeños elementos, que están prontos a decir a los demás lo que tienen que hacer y como deben hacerlo.

      Basta ver cualquier decisión con cierta polémica televisiva para verlos en primera plana apuntando con el índice a todos los que no hacen las cosas como ellos dicen. Lo que necesita este país es.....sentencia uno. Lo que tenemos que hacer es.... añade otro. Si yo mandara ya verías como solucionaba esto en dos meses, añade el mas lanzado.

      No estoy hablando sólo de política, estoy hablando de decisiones más triviales, como la alineación de un equipo de fútbol, la solución para acabar con el paro, qué debemos hacer con los toros, etc.

      Sentado con una cerveza en una mano, y la otra apoyada en su panza bien nutrida sentencia, contrata, ordena y despide en su imaginación a jugadores, entrenadores, empleados, gestores, y todo al que se le ponga por delante. Les increpa con su puño diciéndoles que son un vagos, que hay que sudar la camiseta, al tiempo que ordena desde su trono: María tráeme otra cerveza, y que esté fría, que esta “sacabao”.

      Pero vamos a ver, ¿alguien medianamente racional es capaz de defender que éste ser cervecil está capacitado para “mandar” (como ellos dicen), en algún lugar que no sea su propia panza, y sólo porque es suya?.

      Bien, pues este ser no se convierte en un dictador a escala mayor porque le falta algún ingrediente. Veamos, ¿qué necesita, en mi opinión, un dictador para serlo?

Primero.  Verdaderos deseos de mandar en los demás.

Un deseo innato y fuerte de imponer su voluntad a los demás, por la razón que él considere suficiente; hay muchas, no se crean: los demás son débiles, alguien tiene que mandarles que tienen que hacer y decir; los demás son estúpidos y no saben lo que les conviene, pero aquí estoy yo para guiarlos; son unos libertinos, alguien tiene que ponerles límites; se dejan influir fácilmente por malas ideas y alguien debe evitarlo; porque puedo hacerlo, ya que ese rebaño no tiene lo que hay que tener y yo tengo, para oponerse; sencillamente quiero mandar, porque me gusta y no me planteo siquiera si es bueno o no, si es justo o no, si seré el mas indicado o no: lo hago y punto. Se pueden encontrar mas razones, es increíble la cantidad de ellas que puede haber, tantas como pequeños dictadores; en una ocasión oí una que es una proeza en exactitud, concreción y clarificación de la postura de una persona. Es la siguiente: en mi casa mando yo, y punto. Lo mas curioso es que lo decía con orgullo, decía, ¡EN MI CASA MANDO YO!, con mayúsculas, con energía, con ganas, con total satisfacción. No hay dudas, no hay otras posibilidades, existe una gran satisfacción en ello, y un gran deseo de hacerlo. Como decía, aquí el deseo está al completo. Este pequeño dictador tiene claro lo que quiere : MANDAR. No deja de ser un egocentrismo no superado.


Segundo.  No dudar en ningún momento.

El dictador no duda de que lo que el manda es lo mejor. Yo sí que dudo mucho de, si es capaz de ponerse en lugar del otro para saber si lo que ordena es realmente bueno para los demás, pero de lo que no dudo nada es de que no le importa en absoluto. Da órdenes que considera buenas, sobre todo para él, y no le importa demasiado si los demás no comparten esa idea, o si la percepción es distinta, ¡ellos no mandan!.


Tercero.  Al dictador no le gusta que le manden.

Efectivamente, si a un pequeño dictador se le da una orden, y no encaja con lo que el quiere, se opone a ella con todas sus fuerzas, y además puede presumir de ello. El sí tiene lo que hay que tener para enfrentarse a quien sea, y además se niega y no lo hace, porque, en el fondo, cree que su superior es un débil, y además no se merece ese puesto porque no tiene lo que hay que tener para ello. Está claro que para el Pequeño Dictador (PD), el único capacitado para mandar es él.


Cuarto.  No ser reflexivo.

Si el PD reflexiona, duda, y si duda pierde su fuerza. Lo mejor es no meditar demasiado para no crear dudas en su sucinta mente. Debe tener unos principios de funcionamiento simples, que le permitan ser ejecutivo con los que no quieren ser ovejas, y que pueda flexibilizar a su antojo cuando el quiera. Gracias a esto no se necesita reflexión, se ejecutan los principios y punto.


Quinto.  No le gustan las personas con demasiados conocimientos.

Si alguien está demasiado interesado en los estudios, y a enfocar las cosas desde varios puntos de vista, es un peligro, porque se inclina a la reflexión y a la relatividad, y las cosas deben ser simples y claras. Su actitud será la de menospreciar esas excesivas consideraciones, y menospreciar a esas personas. En realidad aquí se esconde una limitación de su inteligencia, desprecia lo que no es capaz de hacer.

Sexto.  Estrategia.

Aunque no sea excesivamente intelectual, si es capaz de elaborar estrategias que le lleven a limitar el poder de otros y escalar los peldaños suficientes para poder realizarse como PD.

Séptimo.  Capacidad de convencer.

Aunque no sea excesivamente inteligente, no le falta capacidad para defender sus posturas, sobre todo porque es beligerante defendiendo su “ideas”. De todas formas si no lo consigue con argumentos, no duda en pasar a la presión, tanto verbal como física, si puede. Esta beligerancia le viene de la idea preconcebida de que es él y nadie mas, el que debe ostentar el poder. Para ello no se basa en una clasificación elaborada y exhaustiva de las cualidades de las personas, para pasar luego a una valoración de las mismas, no; sencillamente decide que tiene que mandar porque se considera el mas apto para ello, simplemente. No tratemos de buscar mejores argumentos, no los hay.

Como decía anteriormente, no va a reflexionar acerca de ello, motivo por el cual no le surgen dudas.

Octavo.  Oportunidad.

El PD tiene que tener la oportunidad de colocarse en el sitio de poder adecuado para que pueda mandar. A medida que este lugar es mas alto, y mas personas dependen de él, mas sufridores lo soportarán y mas lejos llegará en su escalafón de mando.

      Cuantas mas de estas cualidades, y otras que estimo de menos importancia, posea un PD, mas lejos llegará. Esto no quiere decir que si le faltan muchas no sea un PD, ya que hay una imprescindible: quiere y le gusta mandar. Es decir, sólo con esta ya se puede convertir en un PD. Recordemos al gordo en su sillón con la cerveza. ¿Crees que se plantea si es justo o no dar ordenes a María?, ¿Crees que medita si esa forma de decir las cosas es ofensiva?, ¿Crees que le importa si es ofensivo?. No, sólo le importa su propia satisfacción: mandar y beber cerveza sin levantarse de su sofá.

Debemos dejar de ser considerados con estos PD, ya que esto es parte de su fuerza.

      Por regla general las personas intentan no tener discusiones ni encuentros violentos, aunque solo sean verbales, con este tipo de personajes, pero esta actitud le da fuerza al PD, ya que a él no le importa, es más, parece disfrutar con ello, ya que su vida es un juego de poder continuo, de enfrentamientos continuos haciendo valer su capacidad de mando o de reto al mando, para demostrar que él es el que manda o debe mandar. Dada su facilidad para los enfrentamientos, la gente trata de evitarlos con él, con lo cual consigue hacer lo que quiere, y esto representa un triunfo mas para el PD.

      Como su modo de actuar es en función de su propio beneficio, debemos ser capaces de hacer lo mismo con él, pero no con los demás. Quizás cuando compruebe que tiene todo un ejército enfrente sea capaz de darse cuenta de que la batalla puede estar perdida. Pero cuidado con sus estrategias, no se va a olvidar de intentar conquistar el poder por los medios que sea. Por eso vale mas que esté ocupado siempre con una batalla, ya que sino buscará la forma de recuperar su poder.


Todo esto, claro está, desde mi particular punto de vista.

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